El declive del opresivo imperio almohade era una evidencia, pero fue el miedo de los cristianos a perder la ciudad de Toledo lo que precipitó la Batalla de las Navas de Tolosa. Lo aseveró el investigador Carlos Estepa en una jornada en la que se diseccionaron el proyecto musulmán y la España cristiana en la Europa del siglo XIII.
interés. Expertos y asistentes a la segunda jornada del congreso internacional sobre la Batalla de las Navas de Tolosa. |
El temor a perder una ciudad tan importante como Toledo precipitó la gran contienda de la Edad Media en las tierras de Jaén. Si, diecisiete años antes, la batalla de Alarcos (Ciudad Real) había sido un absoluto desastre para las huestes de Alfonso VIII, en 1211, el mundo cristiano sufrió otro importante revés con la reconquista almohade del castillo calatravo de Salvatierra, también en la provincia ciudarrealeña. “Y existía un peligro real de perder Toledo”, explicó, ayer, en la segunda jornada del Congreso Internacional “Miradas Cruzadas. 1212-2012 Las Navas de Tolosa”, el investigador del Centro de Ciencias Humanas y Sociales de Madrid, Carlos Estepa.
Y, así, en un país que carecía de una frontera definida entre el reino musulmán y el cristiano, en un contexto de “guerras continuas”, la consecuencia fue “llamar la atención del mundo cristiano, en general, porque ya no era un problema solo de la Península”. De esta forma, se desencadenó una batalla excepcional “en la que se movilizó al Papa y también a los cruzados”, destacó el investigador, que disertó sobre el reinado de Alfonso VIII y los horizontes peninsulares.
El experto contrapuso los tratados de paz entre los reinos cristianos de la época —hasta dieciocho— a las treguas con los musulmanes, que siempre fueron “el enemigo religioso y político”. El motivo era que “lo que más le preocupaba” a Alfonso VIII —según Estepa— es que los reyes cristianos se aliaran con los almohades. Un pueblo que lideró una auténtica revolución política a partir de su obsesión con el dogma religioso. Lo destacó la también investigadora Maribel Fierro, que hizo hincapié en la “conversión forzosa” de los musulmanes, judíos y cristianos que poblaban la Península “en el primer momento de su fervor revolucionario”. Se proclamaban conocedores de la Verdad y emprendieron una transformación cultural y religiosa “obsesionada con poner fin a las diferencias de opinión”.
“La literatura de 1212 desarrolló un poso de prejuicios”
jaén n No existían la televisión, ni internet. La sociedad de masas era como un pasaje de ciencia-ficción, pero los juglares, los trovadores y algunos de los textos “interesados” de la época divulgaron, a lo largo del siglo XIII y después, una imagen peyorativa del otro —en este caso, el musulmán— como el enemigo que, todavía, a veces, aflora en debates políticos y en episodios sociales. Este fue el eje de la ponencia de Chakib Echairi, que versó sobre los prolegómenos y las consecuencias mediáticas de 1212 y de la Batalla de las Navas.
El especialista en Historia de la Literatura Medieval lamentó el poso de prejuicios desarrollado durante esa época de confrontación y, sobre todo, el hecho de que no se han corregido, a pesar de que, en su opinión, las relaciones entre Marruecos y España son “envidiables” en la actualidad. En su opinión, durante el Medievo, hubo una frontera muy difusa entre la creación literaria y la historiografía. Por eso, “hay que proceder a una revisión de los documentos que existen, confrontándolos con las fuentes extranjeras originales. A partir de ese contraste, se dilucidaría la verdad”, comenta. Y solo con esa verdad —sostiene Echairi— se puede poner la base para un diálogo constructivo que fomente los valores positivos que permitirán progresar a la humanidad. “Hay que volver al pasado y corregir esas fuentes interesadas para alcanzar ese progreso humano y social”.
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