La época de celo del felino está en pleno auge, aunque llega algo más tímida.
Con la época de celo del lince ibérico en pleno auge (empieza a mediados de diciembre y termina a finales de enero o principios de febrero), los felinos más característicos de la sierra jiennense se están mostrando algo tímidos. Y no, no es que les de vergüenza atreverse a “ligar”. Las temperaturas influyen significativamente en la fuerza con la que el lince entra en celo y, debido al clima más suave y la falta de lluvias que impera en estas semanas invernales, parece que sus llamadas para atraer y encontrar a una pareja no se escuchan con tanto vigor.
Está siendo, por ello, uno de los celos más particulares de los últimos años. Así lo expone Francisco Martín, biólogo colaborador con organizaciones como SEO Birdlife o la empresa Birds&Lynx Ecotourism, donde trabaja como guía turístico junto a Inmaculada Muela. Martín, que está actualmente en pleno trabajo de campo para estudiar al lince en Jaén, cuenta que los animales no están muy activos porque, según explicaron desde el centro de cría del lince, no hay temperaturas bajas, sino más bien primaverales. De esta forma, el experto incide en que el frío y las lloviznas “gustan” más a los felinos y propician que su celo sea más activo. “Hemos buscado ejemplares y escuchamos a uno que maullaba tímidamente. Pero van como a asaltos, es un poco raro”, comenta.
Eso sí, que los linces estén este año algo más “cortados” no evita que sean el centro de atención de todo el mundo. De hecho, en estas fechas el volumen de turistas nacionales e internacionales aumenta significativamente en las zonas serranas donde habita este animal, principalmente la Sierra de Andújar y Sierra Morena. Son muchas las personas que llegan a la provincia jiennense con el deseo de poder ver a uno de los ejemplares emblema de la península, pues en su época de celo son más fáciles de localizar, ya que normalmente se mimetizan muy bien con el entorno. Esto hace que diciembre y enero sean meses con mucha actividad turística y, por ende, con repercusión económica positiva en algunos municipios de Jaén, sus hoteles o sus empresas de turismo. En Santa Elena, el Mesón de Despeñaperros es uno de esos negocios que notan un incremento especial en el número de clientes cuando llega el celo del lince. Tanto es así que desde el mismo afirman que muchos turistas eligen primero la ruta por Despeñaperros (que ellos mismos anuncian) para ver al lince y, luego, alojarse en el mesón.
En esta línea, cabría analizar si el aumento de presencia humana afecta o no a la reproducción del lince ibérico. Y, sobre este asunto, Francisco Martín es claro: “El animal está en celo haya o no gente”. Vamos, que cuando el hambre aprieta, ya se sabe. Pero el biólogo hace un inciso clave, y es que las interacciones humanas sí pueden afectar negativamente en el proceso cuando hay exceso de gente. Y no solo eso, Martín explica que hay ciertas zonas, como ocurre en partes de la Sierra de Andújar, donde se ve con facilidad al lince y en las que pueden reunirse hasta “200 personas con sus correspondientes coches”, causando impactos negativos. Además, indica que suelen ser zonas sin protección por parte de agentes medioambientales o del Seprona, y “si la gente tiene buena fe, respeta al animal, pero hay otros que no lo respetan y pueden afectar al apareamiento del animal”.
Por ello, el experto defiende la urgente necesidad de regular estos espacios naturales. “Si hay zonas con lince y en las que, además, se juntan cientos de visitantes, se debería regular el paso de personas y vehículos para proteger a la especie, porque a día de hoy no hay presencia de agentes de Medio Ambiente o del Seprona en estos lugares”, sentencia. Los motivos son claros y, de hecho, Martín detalla que, incluso, ha visto a personas correr detrás de los linces para hacerles fotos. “Necesitamos pautas. Puede que se hayan hecho miradores, que están muy bien, pero no hay aparcamientos adaptados y los coches se juntan en hilera en los caminos, lo que hace que muchas personas acaben atravesando fincas privadas”, dice.
Respecto a la población del lince en la provincia jiennense, Francisco Martín detalla que, en la zona de Andújar, se encuentra estable. No obstante, apunta que, como este animal es territorial y todas las “zonas buenas” ya están cogidas por los machos dominantes, se está viendo cómo algunos ejemplares se han desplazado hasta otras zonas de la provincia donde, desde hacía años, no había registros de esta especie. “En la provincia de Jaén, la población de linces va en crecimiento y están colonizando otras zonas como La Loma, por Úbeda, o la Cruz en Linares”, sostiene, a la vez que subraya que los linces son conscientes de que están en zonas más urbanizadas, por lo que en estos lugares se dejan ver menos y son más cautos. Aunque, de esto, también se desprende una parte negativa. Al ser zonas en las que no hay una protección especial del entorno, el furtivismo no está igual de controlado. “Vemos ejemplares que aparecen y luego desaparecen, por lo que intuimos que los están matando bien a tiros o con lazo”, lamenta Martín, quien defiende que se debería de poner protección a estos nuevos territorios de hábitat del lince.
Por otro lado, el experto recuerda que el proyecto Iberlince ya llegó a su fin el pasado año, pero se quiere volver a recuperar con nuevos objetivos. Entre ellos, estaría de nuevo la protección y recuperación de la especie para conseguir alejarla del peligro de extinción, así como tratar de unir las poblaciones que hay en Jaén con las que se encuentran repartidas por la península (sobre todo, Castilla-La Mancha, Andalucía y Portugal) con el fin de acabar con la endogamia, uno de los problemas genéticos que más puede afectar a la óptima evolución de una especie. Estas conexiones podrían beneficiar, de igual forma, a que el felino recupere territorios en los que hace años se cazó hasta que se extinguió. Francisco Martín comenta sobre este asunto que el lince es, normalmente, una especie muy confiada, por lo que era fácil de cazar. “Ha evolucionado como un superdepredador, ya que no tenía competidores naturales, por lo que no tienen miedo al hombre. Pero no son peligrosos, de hecho, no hay registros de ataques a personas”, especifica.
En lo referente al balance de muertes (no naturales) de linces ibéricos, al menos 23 fueron atropellados en 2019 en Andalucía, según los datos que contabilizó la World Wildlife Fund for Nature (WWF), que también indicó que, en el ámbito nacional, las muertes por esta causa se elevan a 35, lo que supone una mortalidad en torno al 5%. Así lo indicó el coordinador de conservación de WWF, Luis Suárez, quien incidió en que se trata de cifras que no afectan al crecimiento, pero advirtió de que, a diferencia de años anteriores, en el pasado ejercicio detectaron varios casos “puntuales” de furtivismo, tanto en Andalucía como en Castilla-La Mancha, por lo que alerta de que es preciso estar atentos. En este sentido, cabe recordar que en 2018 murieron al menos 27 atropellados, un dato que se elevó hasta los 31 ejemplares en 2017. En cuanto a los puntos negros en las carreteras, Suárez celebró que se avanzara en las modificaciones en la A-4, Madrid-Sevilla, en la provincia sevillana, pero aún quedan pendientes intervenciones en esta autovía a la altura de Ciudad Real. También indicó que, en la N-420, se registraron dos atropellos el año pasado, pero señaló que ya están en marcha los planes. Por su parte, WWF destacó que el año 2019 fue “positivo” para la recuperación del lince ibérico, ya que a falta de datos definitivos, la población lincera incorporó a unos 150 nuevos ejemplares este año tanto en España como en Portugal, lo que supone un aumento del 22,40%, según sus estimaciones. Suárez apuntó que el balance de 2019 es también “positivo” para los linces, ya que la población se estima entre 820 y 830 ejemplares.
TURISMO . CRECE EL INTERÉS POR CONOCER AL FELINO CONEJOS . REMITEN LOS CASOS DE ENFERMEDADES
El principal alimento del lince ibérico es el conejo. No obstante, este roedor ha visto mermada enormemente su población debido a dos graves enfermedades: la mixomatosis y la hemorrágica vírica, que afectaron enormemente a la especie en los últimos años. De hecho, este pasado brote provocó una gran mortandad tanto en conejos adultos como en jóvenes. Sin embargo, tal y como explica el biólogo Francisco Martín, parece que en la actualidad la población de conejo se ha recuperado en algunos sitios y está “bastante estable” en la sierra y con buenos datos en zonas de la campiña y el olivar, donde ahora se están asentando los linces. “Ya no hay bajadas bruscas en el número de ejemplares como otros años porque parece que los conejos se están haciendo autoinmunes”, señala. Eso sí, advierte de que, en un tiempo, los virus mutarán y volverá a haber mucha mortandad.
FURTIVISMO . LA CAZA PUEDE BENEFICIARSE DEL LINCE
Con el cambio de hábitat de algunos ejemplares de lince a zonas con menor protección han aparecido más casos de furtivismo y Francisco Martín expone que uno de los focos puede estar en que estos animales se introduzcan en cotos de caza, pues el propietario puede pensar que ya no se le permitirá cazar en él, pero no es así. Según explica Martín, si un lince entra en un coto de caza la actividad de este no ser restringe y, de hecho, subraya que la presencia de uno de estos animales hace que haya un mayor número de otras especies objetivo de la caza. “Los cazadores se benefician de la presencia del lince porque hacen que haya más conejos y perdices, y hay estudios recientes que lo demuestran, ya que hacen que desaparezcan otros depredadores”, indica. Sin embargo, lamenta que este mensaje no haya llegado a los furtivos, lo que hace que este felino no termine de asentarse totalmente en las nuevas zonas que está colonizando en la provincia.
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