Los 4.456 m. de túneles y 3.913 de viaductos del nuevo trazado de la A-4 entre Ciudad Real y Jaén acaban con la inseguridad de la antigua carretera, mientras devuelve espacio al parque para futuras poblaciones de conejo y lince
Al norte de la provincia de Jaén, en pleno corazón de Sierra Morena, se ubica uno de los numerosos parques naturales de Andalucía: el parque de Despeñaperros. Con un área de 7.649 hectáreas, este paraje enclavado casi por completo en el término municipal de Santa Elena, aparece desde el aire atravesado por el desfiladero que cientos de años atrás excavara el río que le da su nombre. Una estampa idílica, sin duda. Sin embargo, los miles de conductores –unos 24.000 diarios– que cada año van o vuelven de viaje por Andalucía encuentran en las sinuosas curvas de la antigua carretera un motivo para la preocupación y para mantener el velocímetro a 50 km/h en este tramo de 14 km de la autovía A-4. Por lo menos hasta ahora, ya que acaba de ser inaugurado el nuevo trazado de 9,4 kilómetros entre Santa Elena (Jaén) y Venta de Cárdenas (Ciudad Real) en sentido Madrid y 4,7 km entre el enlace de Aldeaquemada y Santa Elena en sentido Andalucía.
La nueva infraestructura, construida por la empresa FCC, está compuesta por tres carriles por cada sentido de 3,5 m de ancho, arcenes exteriores de 2,5 m e interiores de 1,5 m y se dará por concluida previsiblemente en 2012, cuando se sumen los cuatro kilómetros restantes del sentido Andalucía. En este punto para levantar el viaducto de El Corzo había que demoler el viaducto existente: «Quizá pueda terminarse antes de verano. Había que tirar el viaducto y volver a hacerlo. Si no se hubiera hecho esto aparte, la capacidad de la autovía habría quedado reducida a la de una nacional durante el verano», explica Pedro Vega, jefe de obra de FCC.
Con el tramo finalizado, el tiempo de viaje se reduce en nueve minutos, mientras que se estima que el tráfico rodado podría aumentar de los 24.000 vehículos diarios actuales (un 30 por ciento son pesados) a 50.000 para 2025. El coste de la obra asciende a 245 millones de euros; 190 corresponden al tramo inaugurado este año y ocho millones a la obras de integración ambiental y compensación de las emisiones.
A la mejora del tiempo de viaje se suma la seguridad, ya que toda la ingeniería está pensada para superar los accidentes orográficos de la manera más recta posible; algo que lleva implícito la liberación de terreno para la naturaleza. La infraestructura amontona hasta 4.456 metros de túneles y 3.913 m de viaductos.
Integración ambiental
De la antigua calzada, un total de entre cinco y seis kilómetros se han devuelto al parque; mientras que otra parte de la carretera quedará como vía para la visita del territorio. Se ha restituido la orografía con la demolición de la carretera y el levantamiento de terraplenes. Para ello se ha reciclado del material: «Lo que se ha sacado de los túneles se utiliza en los terraplenes, para la fabricación de áridos y para la regeneración ambiental. En total, unos 600.000 m2 de tierra», afirma Vega. Incluso, se ha iniciado una campaña para la repoblación con conejos para las que se han construido cuatro hectáreas de cercados con leguminosas y se soltarán 1.100 ejemplares. Su seguimiento durante los próximos cinco años validará o descartará futuras acciones para repoblar el parque con linces, su principal depredador. «Se detectó un corredor faunísitico sobre uno de los cauces y hemos construido un puente sólo para animales de 30 x 20 m», explica Vega.
A estas labores se añade la reforestación con unos 250.000 árboles (olmos, fresnos) tanto en el área que se devuelve al parque como a los caminos de obra que se están restituyendo. Ahora que las obras tocan a su fin se está procediendo a la limpieza del cauce del Despeñaperros como una de las exigencias del Ministerio para la licitación de la obra. La limpieza, de la que se encarga también un equipo de alpinistas, eliminará de los terraplenes «camiones y vehículos y aguas de fábrica», concluye Vega.
La nueva infraestructura, construida por la empresa FCC, está compuesta por tres carriles por cada sentido de 3,5 m de ancho, arcenes exteriores de 2,5 m e interiores de 1,5 m y se dará por concluida previsiblemente en 2012, cuando se sumen los cuatro kilómetros restantes del sentido Andalucía. En este punto para levantar el viaducto de El Corzo había que demoler el viaducto existente: «Quizá pueda terminarse antes de verano. Había que tirar el viaducto y volver a hacerlo. Si no se hubiera hecho esto aparte, la capacidad de la autovía habría quedado reducida a la de una nacional durante el verano», explica Pedro Vega, jefe de obra de FCC.
Con el tramo finalizado, el tiempo de viaje se reduce en nueve minutos, mientras que se estima que el tráfico rodado podría aumentar de los 24.000 vehículos diarios actuales (un 30 por ciento son pesados) a 50.000 para 2025. El coste de la obra asciende a 245 millones de euros; 190 corresponden al tramo inaugurado este año y ocho millones a la obras de integración ambiental y compensación de las emisiones.
A la mejora del tiempo de viaje se suma la seguridad, ya que toda la ingeniería está pensada para superar los accidentes orográficos de la manera más recta posible; algo que lleva implícito la liberación de terreno para la naturaleza. La infraestructura amontona hasta 4.456 metros de túneles y 3.913 m de viaductos.
Integración ambiental
De la antigua calzada, un total de entre cinco y seis kilómetros se han devuelto al parque; mientras que otra parte de la carretera quedará como vía para la visita del territorio. Se ha restituido la orografía con la demolición de la carretera y el levantamiento de terraplenes. Para ello se ha reciclado del material: «Lo que se ha sacado de los túneles se utiliza en los terraplenes, para la fabricación de áridos y para la regeneración ambiental. En total, unos 600.000 m2 de tierra», afirma Vega. Incluso, se ha iniciado una campaña para la repoblación con conejos para las que se han construido cuatro hectáreas de cercados con leguminosas y se soltarán 1.100 ejemplares. Su seguimiento durante los próximos cinco años validará o descartará futuras acciones para repoblar el parque con linces, su principal depredador. «Se detectó un corredor faunísitico sobre uno de los cauces y hemos construido un puente sólo para animales de 30 x 20 m», explica Vega.
A estas labores se añade la reforestación con unos 250.000 árboles (olmos, fresnos) tanto en el área que se devuelve al parque como a los caminos de obra que se están restituyendo. Ahora que las obras tocan a su fin se está procediendo a la limpieza del cauce del Despeñaperros como una de las exigencias del Ministerio para la licitación de la obra. La limpieza, de la que se encarga también un equipo de alpinistas, eliminará de los terraplenes «camiones y vehículos y aguas de fábrica», concluye Vega.
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